Historia de dos ciudades (Trad. A. de la Pedraza) by Charles Dickens

Historia de dos ciudades (Trad. A. de la Pedraza) by Charles Dickens

autor:Charles Dickens [Dickens, Charles]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1859-01-01T05:00:00+00:00


CAPÍTULO XVIII

NUEVE DÍAS

El día de la boda el sol brillaba intensamente, y el doctor, encerrado en su gabinete, hablaba con Charles mientras la novia, el señor Lorry y la señorita Pross esperaban en la sala para ir a la iglesia. Reconciliada poco a poco con el acontecimiento del día, el aya habría visto en aquel casamiento un verdadero regalo de Dios si en el fondo del alma no hubiese pensado que su hermano Salomon habría sido un mejor novio.

—¿Para llegar a este día —dijo el señor Lorry, que no se cansaba de admirar a Lucie y daba vueltas a su alrededor para ver todos los pormenores de su lindo traje—, para llegar a este día os hice cruzar el Canal a una edad en que podía llevaros en brazos? ¡Bondad divina! ¡Qué poco pensaba entonces en lo que hacía! ¡Qué poco podía yo sospechar la obligación que imponía a nuestro amigo Charles!

—Si no lo pensabais —objetó la positiva señorita Pross—, mal podíais saberlo. Perdéis el tiempo hablando inútilmente.

—No lo niego, pero ¿por qué lloráis? —preguntó el excelente amigo.

—No soy yo la que lloro —respondió la señorita Pross—, sino vos.

—¿Yo, Pross?

El señor Lorry se atrevía entonces de vez en cuando a permitirse alguna familiaridad con el aya.

—Llorabais hace un momento. ¿Creéis que no lo he visto? Pero eso nada tiene de extraño; ¿quién no lloraría de alegría al ver este pimpollo de oro? Además, confieso que me ha enternecido el regalo que le habéis hecho, señor Lorry. Vuestra vajilla de plata es magnífica.

—Gracias —dijo el señor Lorry—. Y tenéis que saber que jamás habría imaginado que llegaría el día en que podría hacer un regalo así. Un acontecimiento como el de hoy le recuerda a un hombre todo lo que ha perdido. Cuando pienso que hace cincuenta años que hubiera podido existir en el mundo una señorita Lorry, y que…

—Eso es imposible —dijo la señorita Pross, interrumpiéndole.

—¿No creéis que hubiera podido existir una señorita Lorry?

—No —repuso el aya.

—¿Por qué?

—Porque nacisteis para ser soltero.

—Es probable —dijo el señor Lorry, arreglándose la peluca con coquetería.

—Y estabais destinado a serlo aun antes de nacer —añadió la señorita Pross.

—En tal caso —respondió el anciano— se portaron muy mal conmigo, porque tendrían que haberme consultado sobre la elección del patrón con que habían de cortarme. Pero bastante se ha hablado de mí. Querida Lucie —continuó el excelente amigo, rodeando con el brazo la cintura de la novia—, oigo ruido en el gabinete de vuestro padre, y la señorita Pross y yo somos personas demasiado prácticas para perder la última ocasión de deciros alguna cosa que os sea agradable. Las manos en las que dejáis a vuestro padre no serán menos atentas ni menos afectuosas que las vuestras, se tendrán con él todos los cuidados imaginables, el mismo Tellsone se esforzará en adivinar sus deseos, y cuando dentro de quince días vaya el doctor a reunirse con vos en el país de Gales, lo encontraréis no solamente con salud, sino completamente feliz. Oigo que alguien se dirige



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.